El presente trabajo se propone abordar el movimiento y la urdimbre de significados culturales, sensaciones y justificaciones que intervienen, condicionan y confluyen en torno de las velocidades inadecuadas y/o excesivas a la hora de conducir cuerpos metálicos (automóviles y motocicletas). Muchas veces esos movimientos son considerados por los medios de comunicación como locos, anormales, sin mencionar su ilegalidad respecto de la Ley Nacional de Tránsito, dado que suelen terminar en colisiones y despistes. Se busca acceder a experiencias de movilidad en tanto fronteras donde se traspasan los límites entre el control y despiste, entre el malestar psíquico “tristeza” y el bienestar, entre el ocio y el negocio, entre lo legal y lo ilegal, o entre lo biológico y lo cultural. Así también la relación entre lo humano y lo no humano, el ensamblaje entre los hombres y sus máquinas, las agencias humanas y otras agencias (físicas), los sonidos de los motores, el velocímetro del automóvil y la escenificación en redes sociales. La velocidad aparece como factor de riesgo en la producción de esta enfermedad negada: los “accidentes de tránsito”. Para ello se realizó trabajo de campo etnográfico con automovilistas y motociclistas siguiendo a la gente en escenarios de ocio donde confluyen con sus vehículos para divertirse, consumiendo muchas veces bebidas alcohólicas y otras sustancias psicoactivas.